Dirección: Hany Abu-Assad Guión: Hany Abu-Assad, Bero Beyer Fotografía: Antoine Heberle Edición: Sander Voss Intérpretes: Kais Nahef, Ali Suliman, Lubna Azabal, Amer Hlehel Origen: Isarael, 2005 (con financiamiento francés y alemán). Duración: 91 minutos. DVD: Warner Independent Pictures (hay una versión poco recomendable en zona 4).
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En nombre de Dios misericordioso. En su libro santo Dios dice: “Si recibes una herida, el pueblo ha recibido una similar”. Los tiempos como este llegan para que Dios reconozca a los creyentes y elija a los mártires. Dios habla con la verdad. Como respuesta a la injusticia, la ocupación y sus crímenes y para poder apoyar a la resistencia. He decidido realizar una operación mártir. No tenemos otra manera de pelear. Isarel ve la sociedad con y la equidad para los palestinos bajo el mismo sistema democrático como suicidio para el estado judío. Tampoco aceptarán un compromiso de dos estados aunque no sea justo para los palestinos. O aceptamos la ocupación par siempre o desaparecemos. Hemos intentado acabar con la ocupación con medios políticos y pacíficos. A pesar de todo, Isarael continúa haciendo colonias, confiscando tierras y llevando a cabo limpiezas étnicas. Usan su maquinaria y su poder político y económico para obligarnos a aceptar su solución. O aceptamos la inferioridad o nos matan. Como mártir no le temo a la muerte. Así es como superaré sus amenazas y saldré victorioso sobre su fuerza política y militar. Moriré como mártir.
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Said y Khaled, dos jóvenes mecánicos palestinos, reciben el llamado para sacrificarse en un atentado terrorista en una ciudad israelí. En el poco tiempo que les queda de vida deberán grabar un mensaje en video para justificar el ataque, despedirse sin decir adiós de las personas que aman, y cuestionarse si tiene sentido el tratar de solucionar la violencia y la opresión con más violencia.
Visión sin esperanza del conflicto palestino-israelí en el que si bien se plantea la necesidad de responder a una vida de sometimiento con las únicas y terribles armas con que se cuenta, al mismo tiempo se cuestiona la validez de las acciones que conllevan el sacrificio de inocentes.
No es mi intención dar pie a una cadena en la que se ataquen y defiendan los distintos apoyos a cada uno de estos pueblos. Prefiero recordar (y recomedar) el documental Promesas en el cual, y a instancias de los realizadores, conviven libremente niños de distintos credos, países y religiones, sin poder creer que ese que se supone es su enemigo, es igual a él. No es un mounstro, es un ser humano con el que puede reír, llorar, jugar futbol e inclusive tener competencias de eructos.
La violencia engendra violencia. Eso es inevitable.
Cierro el texto de este post con un poema de Nezahualcóyotl:
¿Alguien verá cesar la desdicha? ¿Alguien ha de ver cesar la amargura, la angustia del mundo? Solamente se viene a vivir la angustia y el dolor de los que en el mundo viven...
Me encantan los programas triples, los gatos, las madrugadas, el vino (merlot y chardonnay), el jazz, el blues, el rock de los setentas, los corridos de caballos del Piporro, la poesía de Cummings y Sabines, los cuentos y novelas de Bukowski y Lovecraft, escuchar la radio por las madrugadas (la Consentida rulez!), y vagar por jardines solitarios y habitaciones vacías, las enemistades mutuas, las tortas del mercado San Juan de Dios, la irreverencia y la palabra soez. No pienso abordar los estrenos más recientes de la cartelera, casi todo es una enorme carretada de basura. Y tengo la firme creencia de que bailar cumbias sacudiendo la cola es una forma maravillosa de quitarse lo misterioso y lo pendejo. Y que Godzilla es un chingonazo. Y que los desfiles de moda son una soberana pendejada. Y que hay tener muy poco de ser humano para disfrutar una corrida de toros. Y por si fuera poco, creo que la mayoría de los políticos no valen más de tres gargajos de tuberculoso.
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