Esta foto es para IWALY

2007/12/17

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Reflexiones decembrinas 2: Kafka y el cine

Reflexiones decembrinas 2: Kafka y el cine

"Franz Kafka siempre ponía cara de sorpresa cuando le decía que había ido al cine. Una vez reaccioné a ese cambio de expresión peguntándole: -¿No te gusta el cine?- tras un momento de reflexión, Kafka repuso: - En realidad nunca lo había pensado. Desde luego que se trata de un juguete maravilloso, pero no lo soporto, quizá porque soy demasiado 'óptico' por naturaleza. Soy un hombre ocular, y el cine trastorna la visión que uno tiene de las cosas. La rapidez de los movimientos y el veloz cambio de imágenes hace que se tenga que estar pasando la mirada de unas a otras. La vista no domina las imágenes, sino que son las imágenes las que dominan la vista de uno. Inundan la conciencia. El cine envuelve de tal modo que logra vestir al ojo de uniforme, cuando antes iba desnudo."

"-Es una afirmación terrible -repliqué-. 'El ojo es la ventana del alma, dice un proverbio checo.

Kafka asintió: - Las películas son persianas de hierro.

Tomado del libro Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch.

Reflexiones decembrinas: Los japoneses y los finales felices

Reflexiones decembrinas: los japoneses y los finales felices.

"Me he dado cuenta de que los hombres son infelices", dijo hace más de 40 años Kon Ichikawa, el director de cine japonés. "Hasta vale decir que están angustiados, y así la única manera de mostrar a un hombre verdadero es presentarlo infeliz. A veces miro en derrredor en busca de algo de humanismo, pero no logro encontrar ninguno. La gente se queja continuamente; el final del filme olímpico (Tokyo Olympiad) es un ejemplo. ¿Por qué mostrar toda la tensión y el dolor?, me dicen. La gente quiere finales felices. Pero ese afán de finales felices, ¿no está diciendo lo infelices que en verdad son?"

A este su servidor le encantan los finales felices, que el mostro muera, que el villano sea despanzurrado y que el muchacho chicho de la película gacha se quede con la muchacha, lo cual a partir de la lectura de este texto de Herman G. Weinberg me hace pensar que en el fondo tengo una vida, si no bien jodida, por lo menos sumamente mediocre. Como este blog, faltaba más.