Me encantan los programas triples, los gatos, las madrugadas, el vino (merlot y chardonnay), el jazz, el blues, el rock de los setentas, los corridos de caballos del Piporro, la poesía de Cummings y Sabines, los cuentos y novelas de Bukowski y Lovecraft, escuchar la radio por las madrugadas (la Consentida rulez!), y vagar por jardines solitarios y habitaciones vacías, las enemistades mutuas, las tortas del mercado San Juan de Dios, la irreverencia y la palabra soez. No pienso abordar los estrenos más recientes de la cartelera, casi todo es una enorme carretada de basura. Y tengo la firme creencia de que bailar cumbias sacudiendo la cola es una forma maravillosa de quitarse lo misterioso y lo pendejo. Y que Godzilla es un chingonazo. Y que los desfiles de moda son una soberana pendejada. Y que hay tener muy poco de ser humano para disfrutar una corrida de toros. Y por si fuera poco, creo que la mayoría de los políticos no valen más de tres gargajos de tuberculoso.
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