Mis viejas salas de cine V

2011/08/11

Para Luis, cinéfilo de corazón.



No queda más en esta ciudad. El tiempo, el olvido y la codicia me arrebataron el puñado de lugares donde llené mis ojos infantes de imágenes en movimiento.

Que tristes vestigios quedan del cine Tonallan, un letrero que 20 años después de haberse apagado por última vez, es mudo testigo del bullicio de una plaza con nueve esquinas. Fue justo aquí, hace ya 34 años, donde acudí al estreno de Star Wars, con la inocencia de quien no sabía quién carajos era George Lucas, sin clubs de fans peleados con la madurez mental, sin juguetes o ediciones especiales. Solamente un niño al cual, de golpe, se le abrieron las puertas de un mundo que ni siquiera en sus sueños más salvajes (influenciados por Isaac Asimov y Julio Verne). Ese pasillo que todavía sigue en pie, fue mi puerta de entrada a la pasión desbordante por el cine.

Pero la infancia quedó atrás y llega la inquietud por la piel femenina en generosa exposición. Múltiples salas (no multicinemas) me regalaron los cuerpos desnudos de ninfas inalcanzables como Silvia Krystel, Laura Gemser, Edwige Fenech y sus equivalentes totonacas como Lina Santos, Angélica Chaín y Sasha Montenegro (¡qué bonita niña!). Recuerdo con especial cariño el Cine Orfeón, donde gracias a un proyeccionista por demás comprensivo, entre una película y otra exhibía pequeños cortos abiertamente (de patas) pornográficos, en un tiempo en que estaban prohibidos. Sólo queda el cascarón que ahora alberga (sin albur) pequeños negocios dedicados a la venta de mercancía de importación (toda legal, no sean malpensados).

Ya por el rumbo de Avenida de la Paz, casi llegando a lo que antes era Munguía, estaban dos salas que recuerdo originalmente se llamaban Fernando de Fuentes y Gabriel Figueroa, en honor al director y fotógrafo mexicanos. Durante mucho tiempo exhibieron cine de supuesto “arte”, pero la apertura cercana de un complejo de cinco salas acabaron por hundir estos espacios.


Tiempo después hubo un intento por revivirlas como las Cajas Mágicas 1 y 2, pero duraron muy poco tiempo abiertas. No fue sino hasta los años 90 que Eugenio Arias las rescató para transformarlas en las Salas Lux 1 y 2 proyectando cine de arte. Aquí pude ver cintas de Liliana Cavani, Peter Greenaway y varias muestras de cine soviético (ideal para inducir un estado comatoso). Poco tiempo duraron sin embargo, dedicando sus últimos estertores al cine porno.

Y justo a la vuelta de las Salas Lux estaba el cine México, lugar extraordinario donde los encargados de vender los boletos y de cuidar la entrada hacía caso omiso de mi escasa edad y me permitían entrar a ver películas con clasificación “C”, esto cuando yo era un chiquillo con muy vagas nociones de cómo limpiarse la nariz correctamente. Gracias a estas benditas personas pude ver en todo su esplendor cintas como El Resplandor de Kubrick, Mad Max, The Thing de John Carpenter, Reanimator de Stuart Gordon y un buen más, caracterizadas todas por la brutalidad, el exceso y la locura. Ahora que lo pienso, era un cine especializado en exhibir cintas del sub-género “exploitation”, mismo al que trataron de homenajear Tarantino y Rodríguez en los filmes Death Proof y Planet Terror.

En fin, quizá mis salas han muerto, pero toda la ciudad, cada calle, esquina y balcón, están muriendo con todo lo que somos y con los sueños que nunca alcanzamos.

Mis viejas salas de cine IV

2010/01/29

Mis viejas salas de cine IV

En estos días de frío y lluvia me dio por irme a callejear, buscando los cines que alguna vez me dieron cobijo y alimentaron mi memoria. De la mayoría de ellos no queda sino un puñado de ruinas a o a veces solo mi recuerdo sobre los nuevos comercios, viviendas o estacionamientos que hay en su lugar.

Esto que ven aquí alguna vez fué la reja principal del cine Latino. Lugar maravilloso en el que pude ver un festival de lo que hace 20 o más años eran consideradas las 100 mejores películas de la historia. Aquí disfruté en pantalla grande 2001 Odisea del Espacio, Apocalipsis Ahora, El Ciudadano Kane, Zelig, Padre Padrone, y muchas otras que crearon fantasmas indelebles en el ojo de mi mente.

De aquel cine persiste la reja, lo demás fué demolido para construir unas multiratoneras.

El Cine del Estudiante durante mucho tiempo perteneció a un supuesto circuito de arte y que por lo general proyectaba películas dizque eróticas, ya al final se unió a lo que en su momento fué la compañía exhibidora del gobierno, misma que remató todas sus salas por incosteables.

Aquí pude ver el documental de The Who The Kids Are Alright, 2001 Odisea del espacio (por primera vez y cuando su servidor tenía 9 años), Buenos Muchachos de Martin Scorsese, Azul de Kieslowski, Phantasm de Don Coscarelli y Halloween de John Carpenter.

¿Alguien recuerda lo que era formarse en una taquilla donde una señora y no un adolescente con gorrita te vendía el boleto?

Las ruinas del pasado que esperan pacientemente la demolición y el olvido.

En la esquina de Pedro Moreno y Escorza estaba el Cine Reforma, que durante mucho tiempo se especializó en proyectar películas infantiles o comedias inocentes, como las de la India María. Recuerdo que aquella de "Ni de aquí ni de allá" duró más de un año en exhibición.

Por la calle de Juárez se encuentra lo que alguna vez fué el cine Variedades, y que ahora aloja un espacio de carácter alternativo para ver bandas incipientes de Guanatos town. Aquí me reventé Naranja Mecánica y Mad Max.

El Cine del Centro, por la calle de Morelos, sigue en funcionamiento si bien como podrán apreciar en la siguiente foto, exhibe únicamente pornochanchadas. Aquí pude ver Dunas de David Lynch, Pesadilla en la calle del infierno de Wes Craven, y Kiss en el infierno del rock (háganme el cabrón favor).
Ustedes NO quieren conocer este cine, me cae.

También por el rumbo de la Avenida Juárez, pero casi llegando a San Juan de Dios, subsiste de manera por demás precaria la Sala París, exhibiendo también videos porno. Aquí alteré mis sentidos hace 25 años con Tommy de Ken Russell.

Tan elegante es el lugar que apesta a cigarro y orines hasta afuera (o quizá me tocó un mal día).

Por la calle de Obregón, el esqueleto del Cine Park, alberga ahora una serie de pequeñas tiendas orientada a la venta de bisutería e importaciones chinas (sospecho). Cuando cumplí 18 años vine a esta sala para ver, en progrma doble, las que en su momento eran consideradas como el non-plus-ultra del cine erótico, Emanuelle y Emanuelle II. La decepción fué total ya que me parecieron más bien aburridas. Y es lo malo de cuando a uno se lo platican y después lo conoce. Todo es más excitante en el plano de la fantasía que en la realidad.

Y lo mejor para el final:

En el Cine Guadalajara, por ahí cerca del Hospicio Cabañas, fué donde inició mi cinefilia. Mi padre me traía casi todos los domingos a los programas triples. Aquí disfruté películas de romanos, montruos horripilantes, aparecidos y luchadores. Aquí conocí a mi gran amigo de todos estos años, su majestad... Godzilla!!!

Quedan pendientes estas salas: Cinema Colonial, Cine Avenida, Cinema Metropolitan, Sala Greta Garbo, Sala Charles Chaplin, Cinema 21, Cinema 30 de abril, Cine Tonallan, Cine Buñuel, Sala fernando de Fuentes, Sala Gabriel Figueroa, Cinemas P.M., Cinematógrafo Sala Especial, Cine Vallarta, Cine Obregón, Cine Rex, Cinema Roxy, Sala Cuauhtémoc, Cinema Plaza, Cinema Patria, Cinema Internacional, Cine Tapatío, Cine Zapopan 2,000, Autocinema Real, Autocinema Ritz, Sala José Clemente Orozco, Cine Teatro Juárez, Teatro Alameda... Tantas imágenes, tantos sueños, tantos ojos que contemplaban ilusiones en la obscuridad.

A usted, mi estimado lector, le pregunto: ¿que parte de sus recuerdos se está desvaneciendo?

Como dijera Marshall Bierman, todo lo sólido se desvanece en el aire.

El Cinéfilo Sarnoso en la televisión!

2010/01/26

Así es pequeñines, el Cinéfilo Sarnoso estará diciendo un cúmulo de babosadas en Canal 7 del Sistema de Radio y Televisión Jalisciense hoy a las 10 de la noche (con varias repeticiones entre semana). Lo malo es que no hay la libertad para tratar los temas que uno quisiera y de la forma en que más me pareciera. Pero así es la televisión pública, Big Brother is watching.

¿Cómo hacen el amor los Na'vi?

2010/01/22



Ja!

El Cinéfilo Sarnoso regresa por sus fueros...

2010/01/19

Let the right one: La amorosa caricia del horror más profundo

Espeluznante actualización sobre la mitología vampírica en esta vertiente particular del cine de horror que a pesar de encontrase estancada y por consiguiente con una tendencia a repetir lugares comunes y/o blandengues, es recreada desde Suecia para que repensemos que no todo lo que viene desde aquel lejano país son agudas críticas de la desesperante condición humana, sino que son capaces de tomar la quizá poco explorada vía del vampiro con capacidad de enamorarse de un ser humano común y corriente, sino además la tragedia implícita del que está destinado a ver cómo los que están a su alrededor morirán irremediablemente ante sus ojos.

En un medio dominado por la cursilería descarada de “Crepúsculo”, esta cinta nos demuestra que no importa cuántas veces se haya abordado un monstruo, mito o maldición, si se parte de la inteligencia, y del respeto y eventual afecto por los personajes, siempre habrá algo nuevo que contar sobre chupasangres, mostros horripilantes, o en su mexicanísimo caso, nahuales aulladores.


El Castillo: La asfixiante locura de la burocracia

Cualquier objeción hacia el traslado de la obra literaria a la imagen en movimiento podría quedar desechada a partir de esta extraordinaria adaptación de Michael Haneke de la obra homónima de Franz Kafka en el que, quizá por primera vez, la obra del Checo es recuperada en forma, fondo y sentido último.

Haneke recreó un mundo de pesadilla en el que una aberrante complejidad (no ajena al sufridor de la burocracia mexicana) en la que incluso el simple contacto entre dos seres humanos es objeto de suspicacia, revisión y eventual castigo, oprime de manera continua cada uno de los personajes hasta desvanecer la idea de perseguidor y perseguido. Todos son culpables. Incluso el final de la cinta, respetuoso de la obra) no hace sino confirmar la insignificancia del hombre ante el sistema.

Por esas cosas de la piratería, esta cinta no puede encontrarse ni de chiste en un videoclub. Interesados ya saben cuál es el procedimiento.

Pero hay algo que si pueden conseguir en su Fuckbuster de confianza:


Funny Games: A la víbora, víbora de la mar, por aquí pueden matar...

Dos chamaquitos muy hijitos de la chingada, torturan, descuartizan, depedazan y destrozan el sueño americano a través de la fantasía paranoica de la invasión del extranjero en un medio inertemente blanquecino y puro. Sin motivo aparente, sin justificación, una familia aparentemente normal es objeto de un cúmulo de vejaciones en lo que, aparentemente, es un eslabón más de una larga cadena de violencia.

Haneke nos recuerda en varios momentos que esto que vemos es sólo una fantasía, una enorme broma en la que incluso el personaje diabólicamente interpretado por Michael Pitt utiliza un control remoto para regresar la propia película que estamos viendo. El director establece un guiño de complicidad con el espectador al preguntarnos, en boca de uno de los intrusos, si queremos saber lo que sigue a continuación.

Inquietante y al mismo tiempo profundamente insatisfactoria, la recomienda para todos aquellos que crean en familia, casa y perro como un ideal de vida. Qué cosa más frágil es la familia. Que inútil. Que estúpida.


Pink Flamingos: Pink shit!

Quizá si hubiera visto esta cinta en una sala plena de humo mágico a finales de los 70, se hubiera dado la remota posibilidad de que me hubiera parecido por lo menos pasable. Pero más de 25 años después me pareció una porquería hecha y derecha. En verdad que me gustaría establecer una discusión con los fanáticos de este bodrio para que me explicaran cuáles son sus cualidades, y nunca me he tragado esos de que “es tan mala que es buena”, por el contrario, la mierda nunca dejará de ser mierda aunque le pongan adornitos y luces de colores.

Inepta en todos los sentidos, repulsiva, grotesca y malhechota, pero ideal como referencia para aquellos que todavía creen que entre más grotescos sus gustos, más elevada es su posición en la cadena alimenticia cinéfila.


La virgen de (el aburrimiento) la lujuria

Raramente comento cintas mexicanas, hace mucho que no veo algo que me invite a expresar mi opinión más allá del “pinche chingadera”, “no vale madres”, “me quedé dormido”, etc. Y aún más flojera debido al ya remoto tiempo en el que Ripstein le dio por demandar por daño moral o no sé qué madres a Jorge Ayala Blanco a partir de una reseña especialmente virulenta (pero justa a mi particular entender) de una cinta que, a Dios gracias, ha pasado al arcón del olvido.

En el caso de esta cinta lo único que puedo decirles es que Risptein no tiene el más mínimo sentido del ridículo. Como mexicano, me resulta de pena ajena que cintas como estas sean la imagen de la cinematografía azteca en los festivales del mundo. ¿O será que el jodidismo del latinoamericano sigue resultando atractivo para las buenas conciencias primermundistas? Interprétenlo como les dé la gana.

Y conste que El Castillo de la Pureza (también de Ripstein) me parece una de las cintas más chingonas en la historia del cine mexicano.

Hay cuatro directores de los que me gustaría ver nuevas obras acordes con la pericia, el atrevimiento, el rigor y la disciplina que alguna vez mostraron: Oscar Blancarte, Jorge Fons, Juan Antonio de la Riva y Ariel Zúñiga.


Su majestad: Rocco Siffredi!!!

Nunca había reseñado una cinta porno, y no sé cómo hacerlo. Ya saben, lo de siempre, tetas generosas, pujidos despierta vecinos, eyaculaciones en torrente, penes gozosamente enhiestos y … un sentido de desenfreno, locura, desmadre, perversión y pachanga que nunca había visto en mis más de 25 años de gozoso y chaquetero disfrute de la concupiscencia hecha imagen inspiradora.

Rocco Siffredi, el “dotado” actor italiano famoso por crear fuentes de trabajo para proctólogos a lo largo y ancho de Europa, dirige con desenfreno total este video que se puede localizar fácilmente tanto de manera legal como en puestos piratas. Y también les recomiendo “Por chicuelinas Vol. 6”.


Ja!