Memorias cinéfilas I : La croqueta, crónicas de la guarrez ochentera

2007/04/26

A mediados de los años 80 surgió un movimiento (peristáltico) de moneros en Guadalajara que sacudieron el anquilosado mundo de la caricatura nacional con su tratamiento desmadroso, irreverente, o de plano ofensivo de casi cualquier tema.

Jis, Trino, Falcón, y en menor medida Josel, Julio Haro, Toño Márquez y Carlos Esegé, dieron rienda suelta a su perversión imaginación creando mundos enloquecidos en los que era posible encontrar a Jesucristo denunciando a Judas por traficar con cocaína hasta consejos prácticos para verle los calzones a las abuelitas.

Originalmente publicadas en la dulcemente titulada sección La croqueta: Humor perro del periódico La Jornada, los cartones de este conjunto de degenerados hombres iluminados se publicó a manera de libro en 1989 por Editorial Posada. Dicha compilación nunca fue reeditada y al haber sido impresa en papel del más corrientito (bien pinche madreado, pa’ que me entiendan), se encuentra en proceso de olvido.

Pero como el cinéfilo sarnoso pretende recuperar para futuras generaciones estas perlas de sabiduría, se dio a la tarea de escanear las tiras que aún no han sido destrozadas por el paso del tiempo.

Ojalá las disfruten.

Cruz y ficción:


Pitos y puchas:


Guía básica para suicidas:

Génesis: El horror en el cuerpo, el inicio de la vida

2007/04/24

Dirección: Nacho Cerdá
Guión: Nacho Cerdá
Fotografía: Xavi Jiménez
Edición: Luis de la Madrid
Efectos visuales: Ernesto Calvo
Intérpretes: Pep Tosar, Trae Houlihan
Aspecto en pantalla: 2.35:1

Origen: España, 1998
Duración: 30 minutos

*

Un solitario escultor usa los trágicos recuerdos de la muerte de su esposa para recuperar, aunque sea a manera de efigie, el rostro y el cuerpo de la mujer amada. Pero la piedra se resiste a mantenerse quieta y silenciosa, transformándose poco a poco en sangre, piel y carne. Pero la carne tampoco sabe permanecer, mudando poco a poco, como larva apocalíptica, en una masa doliente de piedra.

Melancólico cortometraje de Nacho Cerdá en el que nos presenta su muy personal punto de vista en cuanto a la imposibilidad de los amantes para trascender la muerte. A partir de la historia de este escultor podemos, además de una trágica historia de amor, una aguda relexión en cuanto a lrelación del creador con su obra, el como sólo se puede infundir vida a los objetos a partir del sacrificio de la propia vida.

Narrada magistralmente sin diálogo alguno (el silencio es el lenguaje de la tragedia), Nacho Cerdá nos deslumbra con una obra que se aleja de toda clasificación y que merece ser vista por todos aquellos que han vivido y que viven cotidianamente la pérdida del objeto amoroso.


Como no me resultó posible encontrar un fragmento en video de esta cinta, por lo menos incluyo el trailer del primer largometraje de este director el cual nos permite apreciar su peculiar estilo visual.

Y por cierto, fanáticos de la interpretación, no hay que confundir el símbolo literario con la imagen cinematográfica.

Quiero ver estas películas, quiero verlas ahora!!!

2007/04/18






Recomiendo visitar el site www.worth1000.com, una delicia para los fanáticos del Photoshop.

Volviendo al remedo de realidad: fin de vacaciones, inicia la tortura

2007/04/16

Después de dos semanas de asueto no queda sino volver a la chinga de todos los días, al trabajo repetitivo e inútil, al las clases impartidas cual mudo ante un montón de sordos. Pero así es esto de tener que pagar luz, teléfono, gas y montones de dvd’s.

Y me pregunto si tiene caso seguir haciendo reseñas de películas que casi nadie ha visto y que probablemente no pasen más allá de un pequeño círculo de ociosos que encuentran más excitante la luz del rayo catódico que el contacto con la piel ajena.

Porque al fin y al cabo, ¿para que sirven los blogs si no es para vomitar la personal locura cotidiana?. En ese caso mi demencia va mucho más allá de un puñado de cintas pseudo-intelectualosas. Hay cosas de las cuales necesito hablar más que de cine.

Por ejemplo, mi soterrada obsesión en recuperar los espacios citadinos que poco a poco se han ido desvaneciendo. Como la tiendita de la esquina, la cantina sin intelectuales fresas y las calles empedradas.

La tiendita de la esquina… espacio que se desvanece ante la avalancha de Gual Marts, Gigantes y otras yerbas, pero del que aún quedan ejemplos mágicos en los que la compra de un méndigo litro de leche trasciende la mera transacción comercial y se vuelve un espacio para el intercambio de sabidurías eclécticas y mafufas, pero, ni como negarlo, profundamente esclarecedoras.

Pongo por ejemplo a Don Hilario y su Tendajón (cuando era niño me imaginaba que ahí sólo compraban los que eran pendejones), todo un ejemplo de el por qué este país está de la chingada y seguirá estando igual. Abre sus cortinas con el fresco de las 11 de la madrugada, y con esos huevotes que sólo puede tener quien toda su vida la ha pasado en el mismo barrio, cierra a las 2 de la tarde y no vuelve a abrir sino hasta las pinches ocho de la noche (si no se le olvida o sufre un ataque de horquitis).

Alguna vez, fumando el séptimo cigarro de la tarde y mientras renegábamos de nuestras infelices y miserables aficiones (al Atlas le estaban acomodando una retro-putiza), tuve un lapsus de esos estilo bien pinche sincerote y le pregunté:

- Oiga Don Hilachos, ¿por qué tiene tan poco tiempo abierto su changarro?

- Ah, pos… con el rato que tengo abierto de ahí sale, entonces… ¿pa’ que abro más rato?

Me pregunto si Don Hilario es nomás medio huevón, o ya descubrió el Santo Grial de los tendajones a fuerza de despachar kilos de huevo y bolillos salados. ¿O no será que los taqueros, tortilleras, repartidores de gas, boleteros, choferes, y demás saben algo que, el resto de los humanos desconocemos?