Noviembre: El implacable peso de los sueños

2007/06/18

Ellos que juraban
comerse la vida
fue la vida
y se los merendó

Joaquín Sabina


Dirección: Achero Mañas
Guión: Achero Mañas
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Edición: Nacho Ruiz Capillas
Música: Aduardo Arbide

Intérpretes: Oscar Jaenada, Ingrid Rubio, Juan Díaz, Javier Ríos, Adriana Domínguez, Jordi Padrosa, Juanma Rodríguez, Nuria Gago, Héctor Alterio
Origen: España, 2002
Duración: 104 min.
Aspecto en pantalla: 2.35:1
DVD: Quality films

*

Me gustaría cambiar este puto mundo.

*

Con afecto para la Ninfa, Tutti, y Bernardo

Falso documental sobre un grupo de teatro en el que sus integrantes, llevados por guajiros deseos de llevar el arte a las masas (un arte más libre, hecho con el corazón, capaz de hacer que la gente se sienta viva), llevan a cabo una serie de representaciones en la calle que, invariablemente les ocasionan problemas, principalmente con la policía, y no es para menos ya que llegan incluso a montar un asesinato en plena calle (ejecución mediante un disparo en la cabeza a un transeúnte) en plena tregua de la organización separatista vasca ETA.

Estructurado a manera de entrevistas con (se supone) los avejentados protagonistas de la historia, somos testigos del como el sueño de un joven actor por crear un teatro que vaya más allá de la representación de obras tradicionales y que empuje al espectador para que deje a un lado la comodidad pasiva y se cuestione a si mismo, se convierte en un pesadísimo fardo que quizá desde su propia concepción estaba destinado al fracaso.


Múltiples reflexiones pueden hacerse a partir de esta cinta, pero creo que la más importante viene a ser la imposibilidad de luchar contra el cambio. Si bien los jóvenes actores quieren cambiar el puto mundo, no se dan cuenta de que el mundo cambia por si solo y no sólo el mundo sino cada uno de los que por aquí caminamos, por aquí nos perdemos y por aquí morimos. El cambio es inevitable y una sola persona, o un grupo de actores, no pueden cambiar esta enorme maquina devoradora de almas que es nuestra podrida sociedad contemporánea. Porque los ideales son hermosos hasta que el hijo llora de hambre y hay que “venderse” con tal de llevar el sustento a casa. Porque de nada vale las múltiples y anárquicas protestas si todo queda en una broma de mal o buen gusto que no cambió a nadie y mucho menos lo hizo reflexionar. Ya quedaron muy lejos los tiempos en los que las representaciones teatrales eran el disparador de los cambios de conciencia, de cuando bastaba ver la miseria representada para salir a la calle de manera enloquecida buscando no quien la hizo sino quién la pague.

Fallida pero al mismo tiempo indispensable para soñadores con esperanzas rotas.

La ciencia del sueño: el consuelo de los sueños

2007/06/12

Dirección: Michel Gondry
Guión: Michel Gondry
Fotografía: Jean Louis Bompoint
Edición: Juliette Welfling
Música: Jean Michel Bernard
Animación: Studio Suzette Gondry
Intérpretes: Gael García Bernal, Charlotte Gainsburg, Miou Miou
Origen: Italia – Francia, 2005
Duración: 105 min.

*

Tercer largometraje del director Michel Gondry, personaje enloquecido y enloquecedor que, al crear su primer película con guión propio nos presenta el extraño mundo de Jack Stephane, joven inventor de máquinas del tiempo y diseñador de calendarios apocalípticos, y que vive en una perpetua transición entre la realidad y los sueños, sueños en los cuales se entremezclan afectos, deseos, nostalgias y miedos.

Enamorado (aparentemente) de su vecina, y hastiado por un trabajo que no le requiere el más mínimo destello de creatividad, Stephane tiene en StephaneTV la ventana para asomarse a su propio mundo, cuestionándolo y cuestionando al propio espectador sobre la validez de uno u otro mundo, llevándonos a una conclusión aparentemente feliz, pero desgarradora al darnos la certeza de que, quizá, solamente en los sueños sea posible alcanzar la felicidad.

Si bien al principio me pareció, por lo menos, irritante, no puedo negar que me cautivaron los personajes, cada uno de ellos perdido en su mundo y sus particulares obsesiones. Particularmente los compañeros de trabajo de Stephane son una delicia. El prietitito en el arroz viene a ser la total y absoluta falta de química en pantalla de los protagonistas, o por lo menos a un servidor le resultó totalmente incomprensible la supuesta atracción de Stephane por Stephanie. Vamos, no vi chispas brotar cuando estos dos comparten la pantalla. ¿O será simplemente que al director le preocupaba más dar rienda suelta a su imaginación que contar una historia de amor?

Quizá es sólo que soy un cursi irredento que espera que el muchacho bueno mate al malo maloso, se quede con la damisela ya no en desgracia y al final cabalgue hacia el horizonte, ¿o será que además de la extravagancia por la extravagancia en si misma me interesa ver pasiones arrebatadas y desbordantes?.